domingo, 9 de julio de 2017

La muerte me persigue

-El otro día me quedé mal después de lo que hablamos, y siento que usted tenía razón.

-A qué se refiere?

-A que yo siempre me fui de los lugares y de las personas que podían hacerme bien. Es como si sintiera que no tengo derecho a ser feliz.

-Y por qué podría sentir eso?

-Me encantaría responder a esa pregunta, pero no puedo.

-Tal vez usted se sienta culpable de que su vida siempre haya tenido un costo tan alto para los demás, no?

-Podría ser más claro?

-Sí. A su mamá, por ejemplo, su nacimiento le costó la vida. Su tía y su abuela, sólo se dedicaron a cuidarlo. Y su padre...

-Qué pasa con mi papá?

-Bueno, usted dijo que prefirió no rehacer su vida y quedarse solo para que nadie pudiera separarlos. Demasiado peso sobre sus hombros, no le parece? Y demasiada culpa. Usted acaba de decir que siempre se fue de los lugares que podían hacerle bien, pero eso no es cierto. Usted no se va, Horacio. Usted se escapa porque tiene miedo de dañar a los que ama. Pero quién le dice? A lo mejor, huyendo los daña aún más.

Me mira como pidiendo que lo ayude a decir algo.

-En qué se quedó pensando?

-En que en otra sesión usted me preguntó desde cuándo había empezado a beber.

-Y?

-Que yo empecé a tomar cuando murió mi abuela.

-Y cuáles fueron las otras ocasiones en las que se emborrachó de esa manera?

-Distintas. Cuando dejé la facultad, cuando abandoné mi análisis con Analía, cuando no fui al Civil.

-Bueno, no tan distintas, entonces.

Me mira extrañado.

-Horacio, en todas esas ocasiones hay algo en común: la muerte.

-No lo entiendo.

-Sí. La primera vez fue la muerte de su abuela, luego, la muerte de su proyecto profesional. Más tarde la muerte de su espacio analítico, después de su sueño de tener una familia. Y esta vez, Horacio? Cuál fue la muerte que lo llevó a tomar?

-Mi papá está viejo, Gabriel. Mi papá también se me va a morir.

-Sabe qué? Tiene razón, Horacio. También su papá se va a morir y usted no lo va a poder evitar. Recuerda que me dijo que su padre había rehusado hacer su vida para que nadie los separara?

-Sí

-Bueno, creo que usted hizo lo mismo. Renunció a su profesión, a sus proyectos de pareja, incluso a su análisis para que nada se interpusiera entre ustedes. Pero tal vez se equivocó.

-Qué quiere decir con eso?

-Que a lo mejor no era la vida la que los iba a separar, sino la muerte.

-Pero yo ya perdí a mi mamá, a mi abuela, y ahora mi viejo?- se enoja- Por qué siempre lo mismo? No es justo, Gabriel.

Asiento.

-Horacio, la vida no siempre es justa. Recuerda que me dijo que su madre había muerto sin siquiera haberle podido dar un abrazo?

-Sí

-Pues bien, según lo que me dijo, su abuela le dio muchos, y con su padre, aunque ya esté viejo, tal vez le queden cosas por compartir todavía, no le parece?

-Ayúdeme, qué debo hacer? 

-Bueno, hasta ahora lo ha atormentado el tema de la muerte de los otros. A lo mejor podría intentar pensar en su propia vida, no le parece?

"Historias inconscientes"
Gabriel Rolón